El viernes 7 de enero tuve el agrado de tener una hermosa charla en una soleada mañana, en el patio de su casa con el Señor Domingo Ignacio ”Vasco” Montenegro.
Con la compañía del mate, una
exquisita caja con fotos en blanco y negro y la simpatía de su hijo Juan, recopilé estos datos:
Domingo nació un 4 de agosto de 1923
en el partido de San Miguel del Monte. Hijo de Don Juan Montenegro y Doña
Nicolasa Hornos. Tuvo 6 hermanos: Juan, Ramón, María Ceferina, Juana Dorotea,
María Luisa y Fernando, el más chico y único vivo que sigue en la ciudad de
Monte en su casa paterna del siglo XIX. Estudió hasta 2* grado en el pueblito
Francisco Berra. Desde muy chiquito fue peoncito de campo. Luego de cumplir el
servicio militar (1944) regresó al tambo. El lugar ya no le agradaba como para
quedarse. Uno de los motivos era que ya no tenía más a su mamá. Ante esta
situación, habla con su patrón casado con una Señora de apellido Viceconte y el
mismo le aconseja emigrar para los pagos de Monte Grande, donde le darían
trabajo en la forrajería de su cuñado, Vicente Viceconte. Fue así, que en 1945
llegó a nuestra ciudad y empezó a trabajar en dicho forraje ubicado en la
esquina de Lavalle y Santamarina (hoy Pizzería Vuelta de Obligado, década del 70
casa de repuestos Frati). Empezó como repartidor en un carro donde llevaba
carbón, maíz, leña, etc, por las calles de tierra de nuestro
pueblo.
Para vivir alquiló una pieza en
Emilio Castro (Rotta) y Vicente López detrás donde funcionaba la tienda “La
Nena” y que era de la familia Kulhmann.
En ese barrio conoció a la Señorita Beatriz
Iglesias que vivía a dos esquinas, Carlos Casares (Rojas) y
Vicente López. En esa intersección estaba la lechería “La Martona”. Entre compra
y compra en ese lugar el joven Domingo quedó impactado con Beatriz. Esto llevó a
un noviazgo que se cristalizó en casamiento en 1948. La ceremonia se realizó en
la parroquia Inmaculada
Concepción. Esto emparentó lógicamente a Montenegro con los
hermanos menores de su flamante esposa. El recordado Héctor “Vasco” Iglesias
(16/06/1930-02/01/2008) y Rosa. Dos hijos, nacidos en MG. y con el siempre
servicio de la enfermera montegrandense Mariana Arbel, colmaron de dicha a
la pareja.
Juan (1949) y Néstor (1956) fueron esos frutos.
Trayectoria
Laboral: Con Viceconte estuvo tres años.
Luego por cuatro o cinco años en la estación de Servando Pedrido donde lavaba
autos y engrasaba. Continuó en la Firestone por tres, cuatro años donde cumplía
funciones de armador de cubiertas. Hablando sobre ruedas, acá entra en escena
Rubén José Javier Roux, el más grande piloto de carreras que tuvo nuestras
tierras. Roux lo conocía desde Pedrido y lo llevó en el año 1957 para sus filas.
Por 36 años trabajó para Los Roux. Hizo diversas tareas. Camionero, mecánico y
encargado de los camiones en el taller de Cardeza al 400, mano impar. Actuaba
como una especie “rueda de auxilio”. Iba generalmente a todos los grandes
premios. Llevó el control de 27 camiones ya que Roux hacía los servicios de
transportes de La Martona, lo que llevó al piloto a tener también un terreno
sobre la mano de enfrente, Cardeza mano par.
Sobre la personalidad de Roux (que
vivía a la vuelta de su taller, Rivadavia al 300), Don Domingo me decía que era
un tipo muy bueno, de muy buenos sentimientos e impaciente debido a la gran
ansiedad que lo caracterizaba. También me contó que un día, el recordado
corredor, le pidió que lo acompañara al Aeródromo de Siro Comi para que lo
ayudara a lavar la avioneta que era de su propiedad. Lo que menos se imaginó el
pobre Domingo es que el pícaro de Rubén lo lavó en las alturas, bajo una cortina
de lluvia.
Retomando el camino del “Vasco”,
digamos que al casarse vivió un tiempo en la esquina de Rojas y Vicente López.
Esta propiedad era de la familia Bermúdez , dueños de
la cochería “Leguizamón” que estaba en Alem al 100, mano impar, cerca con la
intersección con Rojas. Julio y Néstor eran los hijos del Señor
Bermúdez.
A posteriori, en los años 1957 y
1958 la familia
Montenegro se mudó a Rodriguez al 700. Su dueño, Carlos Criado,
hombre que trabajaba en Y.P.F. se fue a Cuba por dos temporadas y les dejó a
ellos el mantenimiento y cuidado de su inmenso
chalet.
Por fin, en 1960, Domingo logra
adquirir techo propio. A través de la inmobiliaria del “Gordo” Nuñez compra una
casa desocupada en Arana 505. Se transforma en su residencia definitiva por
medio siglo de vida. Hombre de andar siempre en camioneta, supo cosechar muchos
amigos. Entre ellos, quiso destacar al “Rengo” Chirón, El “Churro” Martínez del
vivero del Rojas al 100, José María Ruescas y los Di Ciaccio especialmente “El
Negro”. También cobijó en su casa en los años sesenta al por entonces jovencito
corredor Luis Rubén Di Palma. Hasta un pingüino adoptó en su casa. Traído por
sus compañeros laborales desde Mar del Plata vivió varios años con
la familia.
Cuando sus hijos eran chicos el pájaro con frac los acompañaba
al almacén de Don Sabarino que estaba en la esquina, Rivadavia y Arana, hoy
“Dbass”.
¡! Qué tiempos!!, no? Tranquilidad
reinante, poca gente y el pingüinito caminando lo más pancho por la
vereda.
Fue muy linda la charla y la calidez
dispersada hacia mi persona por Domingo, Juan, con el agregado final de uno de
sus nietos..
Nunca, pero nunca imaginé que esta
alegría recibida iba a ser trastocada estos últimos
días.
El 25 de enero, María Esther Paz (hacedora de este encuentro) me llama y me da conocer una
triste noticia, Domingo, estampa bonachona y estirpe
de muy buena persona nos había dejado el día anterior, 24 de
enero.
Me ha dejado perplejo. Me deja sin
palabras. Solo acompañar y tratar de darle algo de ánimo, si se puede, a sus
hijos Juan y Néstor como también el de agradecerles de haberme permitido conocer
a su padre.
Adjunto tres fotos: La primera,
Domingo en el día del inolvidable encuentro. La segunda, Domingo alzando los
brazos junto a su hijo Juan sobre Reta al 100 y la tercera el Señor Montenegro
posando junto a una querida chata en lo de Roux.
¡Qué suerte tuviste al haber tenido esa charla! y nosotros porque la compartiste.
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