Luís Fortunato Iglesias. Maestro (1915- 2010)
Nació el 28 de diciembre de 1915 en Tristán
Suárez y fue desde maestro de la escuela primaria a profesor en la Universidad
de La Plata, desde periodista a Inspector y Doctor Honoris Causa de la
Universidad de L. de Zamora. Pero jamás ha dejado de ser el Maestro, un
militante de la educación, un generador de climas educativos que buscaron darle
a la escuela el rol de transformadora de la sociedad, lo que hoy nuestro tiempo
reclama.
Contaba que la
escuela primaria de Tristán Suárez tenía solo hasta 4to. grado, y que fue la
directora, la maestra Elvira Cándida Rodríguez, una mujer educativamente
inquieta que venía de Quilmes, la que propuso: “Por qué no lo inscribimos en la
Escuela Normal de Lomas", la que después fue el "Mentruyt".
Recordaba que en su
pueblo no había bibliotecas ni libros, y que acompañaba a su padre a los
trabajos (arreglaba cocinas, molinos, bombas, fue el herrero de lugar) con la
intención de leer lo que encontrara. Sostenía que la búsqueda desesperada de
libros había sido todo un drama en su infancia, y cuando ingresó al Normal y
tuvo a su alcance toda la literatura, se fue enamorando de lo que sería su profesión.
Formó su biblioteca con libros que no costaban
mucho, que tenían una base pedagógica pero como creía que: “El que sabe solamente pedagogía ni pedagogía
sabe”, leía todo lo que podía adquirir en las librerías de viejo de la calle
Corrientes. Sostenía, como Gorki, que tenía sus "universidades": el pueblo, la escuela Nº 4 de T. Suárez, la
Esc. Normal de Lomas, la calle Corrientes, el teatro, el cine y desde luego
todos los lugares donde había actos públicos.
Su carrera
Obtuvo el título de Maestro Normal Nacional
en la Esc. Normal Nacional de L. de Zamora en 1935. Se desempeñó como Maestro,
Director e Inspector de la Pcia. de Bs. Aires entre 1936 y 1966. Por doce años
(1950-1962) fue Profesor contratado por la U.N. de La Plata; Consejero General
de Educación (1980); Consultor de la UNESCO del Proyecto Nicaragua (1981);
Fundador, Codirector y Director del Periódico "Educación Popular"
(1961-1978); Profesor Titular del Instituto Varona (Cuba, 1995) y Profesor
Adjunto del Instituto Pedagógico Latinoamericano (1995).
Fue distinguido con numerosos premios: en
1960 recibió la Beca UNESCO; Tercer Premio de Crítica y Ensayo otorgado por la
Municip. de Bs. Aires (1979); Primer Premio Nacional de Ciencias de la
Educación (1984); Premio A. Ponce otorgado por la Asociación Amigos de Aníbal
Ponce (1985); Premio Konex 1986; Primer Premio de Educación otorgado por la
Fund. Navarro Viola (1988) y Medalla por su defensa de la Escuela Pública
otorgada por la Fund. Ricardo Rojas (1992). Por si le faltaran reconocimientos,
la U.N. de L. de Zamora le otorgó el Dr. Honoris Causa, en 1994. Podríamos
continuar con los homenajes que recibiera en vida, o los documentales, pero es
historia reciente y el listado no agota las distinciones que recibió incluso en
otros países latinoamericanos, donde hay escuelas con su nombre.
A partir de su labor como maestro único
elaboró didácticas renovadoras que aún hoy son fuente inspiradora. Publicó: La
escuela emotiva (Ensayo Pedagógico, 1945); Viento de Estrellas (Antología
Creaciones Infantiles, 1942); La escuela rural unitaria (1957); Pedagogía
creadora (1980); Didáctica de la libre expresión (1980); Aprendizaje vivencial
de la lectura y la escritura (1987); Los guiones didácticos: Técnica para la
conducción del aprendizaje (1988).
Maestro
En
1935 era el único hombre que se había recibido en Tristán Suárez, y fueron sus
orgullosos amigos los que peticionaron para que lo nombraran en la Esc. Nº 6 de
M. Grande. Allí fue maestro de primer grado durante dos años y luego lo
trasladaron a la Nº 4 de T. Suárez. Fue por un reclamador discurso que hizo en
un 25 de Mayo por el que las autoridades lo enviaron a la Escuela Rural Nº 11.
Creyeron castigarlo cuando en realidad le
estaban abriendo el camino a la inmortalidad. Por veinte años fue maestro
único, maestro unitario; en una escuelita que no tenía más que la campana y el
pizarrón, y unos pocos bancos; lo demás lo construyó él. Fue maestro siempre de
escuela primaria; allí encontró el material de vida.
Homenaje
Es
difícil rendirles homenajes adecuados a quienes le debemos la práxis de la
máxima de Sarmiento, la de que: “Educarse es simplemente ser un hombre libre”.
Nuestros maestros
desarrollan su cotidiana y a veces desagradecida labor, sin que los impulse la
sentencia de que enseñar es un ejercicio de inmortalidad (R. Alves). Sí están
plenamente conscientes de la sentencia del filósofo I. Kant: “El hombre no es
más que lo que la educación hace de él”.
El
Maestro Iglesias no fue un hijo de dioses, no tuvo poderes extraterrestres, ni
fue un iluminado. Fue un hombre responsable de su tiempo, comprometido con su
sociedad, con la humildad de escuchar y entender qué y cómo necesitaban
aprender sus alumnos, aceptando los desafíos de no contar con recursos
necesarios, diseñando estrategias posibles para la trascendente misión de
educar para ser mejores personas.
Falleció
el 8 de agosto de 2010, casi a los 95 años. Hoy también él es Viento de
Estrellas. De esas que nos iluminan a los docentes cuando la desesperanza nos
invade.
Por: Juan
Carlos Ramirez
Docente
historiadeezeiza@yahoo.com.ar
Homenaje al maestro por el historiador Juan Carlos Ramírez
¿Dónde puedo corroborar esta trágica noticia que usted difunde?
ResponderEliminaromarlaratorres@hotmail.com
Respondí a su privado, pero igual por este medio le comento que al pie de la nota está el mail de su autor, el Historiador Prof. Juan Carlos Ramírez quien seguramente contestará su pregunta. Conozco personas que fueron alumnos del maestro Iglesias y me hablaron de la maravillosa persona que fue. No llegué a conocerlo.
ResponderEliminar